En Argentina, las exportaciones de carne de cerdo cayeron un 31,7% en enero, mientras que las importaciones crecieron un 361,1% en comparación con el mismo mes del año pasado. En los primeros 4 meses del año entraron al país 19.500 toneladas de carne porcina y 500 toneladas de tocino, lo que casi empata el volumen que ingresó el año pasado y es 20% mayor el de 2023. Los datos surgen de estadísticas oficiales.

El precio promedio al que se importa es de US$ 2.770 por tonelada, mientras que el precio promedio al que se exporta es de US$ 816 por tonelada. El 99% del volumen importado fue desde Brasil, uno de los mayores productores mundiales, que cuenta con grandes empresas muy competitivas.

“Abril marcará un hito en la cantidad importada del cual hay que retroceder casi 28 años para ver una
cifra similar. En ese momento se destruyó la producción argentina y no sería raro que pase lo mismo”, se lamentó el consultor Juan Luis Uccelli

El comercio exterior del sector porcino argentino inició el 2025 con un escenario complejo. Durante enero, las exportaciones cayeron un 31,7% en comparación con diciembre de 2024 , aunque se registraron un incremento del 41,4% en relación con el mismo mes del año pasado.

El informe también advierte sobre el impacto de esta tendencia en la balanza comercial. Mientras Argentina exportó cerca de 12 millones de dólares en productos porcinos, el aumento de las importaciones profundiza el déficit comercial y afecta la producción local.

El ranking de exportadores mundial de productos porcinos lo lidera la Unión Europea, con 3 millones de toneladas; el segundo puesto es para Estados Unidos y el tercero es para Brasil. En este último caso, para este año se prevé que exportará por 1,6 millones de toneladas, lo que significa que se quedará con el 16% de un mercado global de 10 millones de toneladas.

Frente a ese flujo de comercio, desde hace rato que en Argentina los porcinocultores lanzan una advertencia: sus pares productores de cerdos en Brasil están autorizados a utilizar un promotor de crecimiento que se llama ractopamina. Lo hacen para mejorar la conversión del alimento en carne en 5%, lo que sin dudas favorece más la competitividad. Aquí esa sustancia está prohibida.

Esa información no está al alcance del consumidor argentino, que no sabe de qué procedencia es la carne que se ofrece en los supermercados. Por lo tanto no puede elegir si comer una carne con o sin anabólicos.
En la mayoría de los casos la elección del corte es en función del precios. En este sentido, la carne de cerdos de Brasil -sobre todo cortes como bondiola o matambre-, termina comercializándose a más bajo valor que la local porque la situación cambiaria lo favorece.

Mientras las importaciones aumentan, aquí los productores tienen inflación en dólares y distorsiones fiscales, como el diferencial de IVA que se carga a las inversiones y el de venta de carne que les genera un crédito fiscal irrecuperable y que encarece las inversiones en 20%. Allá no tienen ese problema impositivo, la inflación es más baja y pueden usar esas herramientas tecnológicas de impacto dudoso en la salud.

Fuente: Bichos de Campo

By Cesar Luis Aguero

Bachiller con Orientación Rural en Centro Educativo para la Producción Total N3 pje Don Alfredo, Emprendedor, Diplomado en Periodismo Digital, conocimiento en BPM, POES, coordinador de eventos sociales, compras insumos, Runner.

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