El filósofo Gilles Deleuze tuvo una relación difícil con el lenguaje. Si el lenguaje no es una representación del mundo, sino que de hecho es parte del tejido de la realidad, entonces nuestro uso de él es siempre político. Las distinciones lingüísticas binarias estándar, como el género, funcionan para implementar tales diferencias en la realidad.
El hecho de que su propia escritura sea constantemente densa y críptica no es un error; es una reacción a la naturaleza política de nuestro lenguaje. En el capítulo cuatro de “Las mil mesetas”, Deleuze propone una teoría del lenguaje en la que la función principal del habla no es la comunicación de información, sino la inscripción de “orden-palabras”.
A través de estas ‘palabras de orden’, el lenguaje funciona como una herramienta para un estado mental burocrático: “El lenguaje no está hecho para ser creído, sino para ser obedecido y para obligar a la obediencia”. Este proceso se define históricamente y puede ser alterado mediante un uso del lenguaje que problematiza el uso esperado de palabras y conceptos.
Por otro lado, como observaba Deleuze, los enunciados en un artículo periodístico se identifican por una naturalidad, y la visibilidad por una afinidad, por lo tanto insinúan una inercia para lo perceptible. Entonces, el escritor francés ponderaría que los enunciados actúan conceptualmente y lo visual sensitivamente”.
Evidentemente, la visión y la voz se encuentran con cuestiones de poder, emitidas por las formalidades enunciativas y los esquemas, la iluminación en la imagen y la locución se brindan apasionadamente, aunque se vuelven intervenciones a la costumbre sensorial.
Como expresa Deleuze, sobre la arqueología filosófica, tal como la veía Michel Foucault, sería un registro audiovisual que está constituido por dos vías que se conjugan y que posteriormente se perciben como una unidad, conformando así un discurso que será considerado verdadero por una sociedad y una época.
La primera vía pertenece al mundo de las palabras, lo enunciable, lo decible; y la segunda vía al mundo de las cosas, los objetos, lo visible. Según Foucault, lo decible estaría determinando por lo visible, hay una preponderancia en la conformación de un registro de lo primero por sobre lo segundo.