Allí estaba su gol de “Mano de Dios” contra Inglaterra en la Copa del Mundo de 1986. Rápidamente seguido por su gol laberíntico, fascinante y entretejido en el mismo juego, que se considera uno de los más grandes jamás convertidos.
En cuanto a momentos memorables, ningún futbolista ha otorgado tantos como Diego Armando Maradona. Quizás no sea de extrañar entonces que , por ejemplo, cuando él regresó como entrenador a enfrentar a uno de sus ex clubes, Newell´s, lo recibieron con un trono para observar el juego.
Maradona, es ampliamente considerado uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, donde sus máximos resultaron en victorias en la Copa del Mundo y un título notable de la Serie A para el Napoli, pero la colorida vida que ha vivido fuera del campo lo ha llevado al extremo.
Un hijo no reconocido, fotografías con la mafia y borracheras de cocaína se documentaron en el documental del cineasta británico Asif Kapadia, ganador del Oscar, sobre la época de Maradona en el Nápoles, posiblemente el período de su carrera futbolística en el que tuvo más éxito.
Nacido en 1960 en el área de Villa Fiorito de Buenos Aires, Maradona dice que el fútbol fue su “salvación” que lo ayudó a sacar a su familia de la pobreza antes de partir por una tarifa de transferencia récord mundial a Barcelona en 1982.
Tras ser devastado por las lesiones en el club catalán, fue fichado por el Napoli o, como dijo un locutor: “La ciudad más pobre de Italia compra al jugador más caro del mundo”.
Durante su tiempo en el Nápoles, ganó casi sin ayuda del club su primer título de la Serie A, siguió con el segundo un año después, ganó la Copa de la UEFA y ganó la Copa del Mundo con Argentina en 1986.
Maradona saltó a la fama después del gran Alfredo Di Stefano, del Real Madrid, y ante el supremo, del Barcelona, Lionel Messi; pero es el carisma de Maradona lo que lo separa del resto.