A diferencia del sentido de la vista, que percibe sin demarcaciones, el encuadre de la cámara está condicionado por cuatro lados. Por esto mismo, es imprescindible definir lo que se desea abarcar y lo que se va a descartar desde el fotograma elegido para tener una buena perspectiva de lo que nos rodea.
Por ejemplo, para acercar un sujeto a fotografiar se utiliza un teleobjetivo. Sin embargo, si se quiere agrandar el campo de visión, empleamos un gran angular. También es ventajoso cuando se requiere mucha profundidad del campo.
Igualmente, se puede agregar un componente extra en una composición, encuadrando al sujeto centrado en el primer plano y separándolo del fondo, para generar un contraluz donde se forme una silueta. Estas tomas suelen demandar especial atención en la alineación entre un primer plano y el fondo.
Existe un encuadre compuesto que presenta una imagen dentro de otra. Es decir, en la misma composición un elemento se encuadra con otro en la fotografía haciendo que se destaque.
Además, es importante el corte del encuadre ya que la dimensión de la foto estipula el mensaje denotado. Por ejemplo, un encuadre horizontal subraya el área y la superficie circundante. En cambio, un plano vertical destaca la opulencia y la fastuosidad.
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El Plano Medio se emplea para fotografiar a varias personas interactuando. También es ampliamente utilizado en la fotografía dedicada a la moda ya que permite destacar la belleza y la gestualidad de la persona.
Este encuadre, que podemos ver con otros nombres como Plano Pecho o Plano Busto, si bien sería más profesional llamarlo Plano Medio Corto, radica en exponer a la persona desde la cabeza hasta la mitad del pecho. La representación de este arquetipo de plano es dirigir la tensión meramente en la persona u objeto, aislándola de su entorno y atizándole un mayor protagonismo.
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Seguidamente, el Plano General y el Primer Plano son los encuadres que predominan en el proceso de selección de los medios. Por otro lado, el Plano General se usa para visualizar completamente al sujeto a fotografiar y abarca todo los elementos de una escena. Es decir: se ve todo el cuerpo de pies a cabeza, se delimita prácticamente con los bordes inferior y superior del cuadro de la imagen y se centra en los individuos restando importancia al entorno. Todavía se puede distinguir el hábitat en donde se encuentran los sujetos.
A veces, se puede disminuir un poco el campo visual y colocar a los personajes en una zona más limitada, lo que permite focalizar cada objeto o sujeto con más claridad. Cuando se fotografían personas, este tipo de plano consigue capturar la figura completa cerca de los bordes de la imagen.
En el caso de la captura de un escenario se introducen todos los objetos que componen el correlato de la historia que se quiere contar. También son los que dan un mayor ángulo de toma del acontecimiento. Su función es remarcar una situación en la que lo importante es la escena en su conjunto y no un detalle en particular.
Lo mismo sucede cuando se expone un gran escenario o una multitud. La persona queda disipada en el medio, distante, extraviada y masificada. Adquiere un valor representativo y puede obtener un tono dramático cuando se proyecta la soledad o la menudencia del hombre en el mundo. Se da así mayor preeminencia al contexto que a las figuras que se retratan.
Por otro lado, el Primer Plano permitirá al espectador identificarse con el personaje. En este tipo de encuadres nos acercamos a la persona y obtenemos una fotografía íntima.
Se recurre al mismo para acentuar la mirada o el gesto de una persona, y el enmarque va desde la cabeza hasta los hombros. Es el más pertinente para el retrato de la cara, ya que enfatiza los detalles. Suele utilizarse con tomas verticales, aunque no es imperioso.
Estilos, gestos y texturas resultan exteriorizadas. Sin embargo, el fondo casi pasa inadvertido pero consigue esgrimir parte de la composición que proviene del encuadre que le demos al retrato (horizontal o vertical
