Ricardo Fabián González nació en San Juan en 1970, estudió sociología en la Universidad de Buenos Aires, en 1990 cursa sus primeros estudios en fotografía con Eduardo Gil[1].
Ricardo González
En 1995 ingresa al diario Clarín como colaborador, formando parte de su staff hasta hoy. Actualmente, se desempeña como editor fotográfico, de las secciones “El País” y “El Mundo” en sus distintas plataformas. Paralelamente, colabora con agencias internacionales, con la Revista XXI[2], fundada por Jorge Lanata, y trabajó en publicidad para diferentes productos entre ellos: las radios del grupo CIE Argentina[3]; Rock & Pop, Metro, Blue, entre otras y para la Universidad Argentina de la Empresa (UADE[4]).
CM: ¿Cuáles son los principales desafíos de tu profesión?
RG: El principal desafío actual es el tema del periódico digital. Las noticias ahora son menos reflexivas y más inmediatas. Debido a que ahora se prioriza la celeridad por sobre la calidad, intento que lo que se necesita apurado, salga apurado, y lo que va en el diario papel tenga un poco más de “vuelo”. Trato de que el papel tenga una originalidad, que se diferencie de lo que ya estuvo circulando todo el día en la web.
CM: ¿Qué otros criterios tenés en cuenta para elegir una foto para un artículo?
RG: Hay una vieja frase que dice: “la mejor foto es la más linda, la más informativa y la que entra temprano”. La foto perfecta sería la que es bella estéticamente y la que informe, aunque esto no siempre se puede lograr. Al igual que el periodismo, se basa en las clásicas 5W: who, what, when, where, why (quién, qué/como, cuándo, dónde y por qué), pero muchas veces solo tenés cuatro o, incluso, una (quién). Por ejemplo: un “lamparazo” de una persona saliendo de Comodoro Py.
En lo personal defiendo mucho el espacio de la foto en una nota. Intento combinar la razón con la sensibilidad. En la mayoría de los medios de la Argentina aún siguen editando los redactores. El editor de fotografía todavía sigue siendo como un sector “servicio”, es muy común la frase: “Pedite un auto y un fotógrafo”. También viene de una falta de cultura.
Por esto mismo, muchos modelos de editores terminan cayendo en una relación patética en la que el editor de la página elige la foto que va a ser publicada. También hay que señalar que los editores tampoco nos hemos ocupado de ganarnos ese respeto, demostrando que nuestro profesionalismo va más allá de la cuestión técnica de la fotografía.
CM: ¿Qué opinión tenés acerca de la digitalización?
RG: La tecnología ha nivelado para abajo. Gracias a la era digital, desde lo artesanal, el 60 por ciento de los nuevos reporteros gráficos no podrían trabajar. Por ejemplo, yo no sé nada de Photoshop. En otros tiempos, me daban un “rollito” y había que cuidarlo; la foto estaba bien o mal, no se arreglaba. Actualmente, un chico nuevo maneja el Photoshop y lo “da vuelta”.
Antes, alguien se compraba un libro de fotografía de algún autor célebre y se hacía una reunión para verlo. No obstante, que mediante Internet se puede conseguir material de los mejores fotoperiodistas mundiales, los jóvenes son muy poco curiosos con estos temas. Además hay que tener en cuenta que en Argentina los costos de los equipos son muy altos.
Debería procederse como en las agencias internacionales: los fotógrafos no trabajan con los redactores. Por ejemplo, si soy corresponsal en el país de AFP (Agence France-Presse)[5], tengo que estar informado de lo que pasa y conocer qué le puede interesar a la agencia. No me tiene que llamar nadie para informarme o hacerme un pedido.
CM: ¿Cuál es la relación entre la foto y el artículo?
RG: La potencia de la edición hace que vos vayas a ver la nota. Es un estudio de mercado: primero mirás el título y luego mirás la foto, antes que la bajada y el resto. Y, si la imagen es impactante, vas directo a leer el artículo.
La fotografía es un aporte a la noticia, no una ilustración de la misma. Generalmente se confunde este concepto ya que históricamente la foto fue simplemente la “escriba” de los títulos. Por ejemplo, si tenías una multitud en Plaza de Mayo, tenías la obligación de mostrar eso. Hoy se va perdiendo esta costumbre ya que con el video y otros medios se puede contar otra historia y “volar” un poco más e ir a un detalle.
Esto es mucho más fácil hacerlo en Política Internacional que en Política Nacional porque tenés menos susceptibilidades a tener en cuenta.
CM: ¿Qué más podés agregar sobre la edición?
RG: Otra parte importante de la edición es la sana pelea entre el editor de la sección, el diagramador de la página y el editor de fotografía. Con el redactor trato de establecer el espacio de la imagen de acuerdo a su importancia y, con el diseñador, que es una persona que no puede ver un espacio en blanco, intento que no convierta la misma en una mera ilustración.
También hubo ocasiones en las que he tenido que pedir al redactor que escriba más porque la foto no es suficientemente buena para el espacio que se le había asignado.
CM: ¿Qué opinas de la profesionalización de la actividad?
RG: Que me perdonen mis colegas y las instituciones que se dedican a esto, pero creo que el fotoperiodismo no se enseña, porque hay ciertos detalles que se aprenden trabajando. Sí realizar un taller de reportaje fotográfico que te forme en las cuestiones técnicas. Sin embargo, es más importante educarse sobre cultura general, estudiar una carrera universitaria y, sobre todo, saber inglés.
No creo en los cursos de fotoperiodismo pero sí en los talleres de edición fotográfica y en las cuestiones técnicas de la profesión.
CM: ¿Considerás que los distintos dispositivos digitales que capturan imagen son una amenaza a los fotoperiodistas?
RG: Para los reporteros gráficos no hay peligro porque la fotografía es un recorte de la realidad que implica opinión, y eso solo lo hace posible un profesional que está capacitado para eso. Desde el lugar del registro, a veces se usan y a veces, no. Lo que me parece es que la gente no sabe lo que tiene (?), se queda contenta porque su foto sale en Clarín y, en realidad, está perdiendo plata porque me está regalando información. Por ejemplo, en 2010 AFP perdió un juicio por publicar una foto sobre un terremoto en Haití, que había subido un usuario a Twitter[6].
[1]http://eduardogil.com/
[2]https://es.wikipedia.orgwiki/Revista_Veintitr%C3%A9s
[3]http://www.cnnexpansion.com/negocios/2010/01/22/cie-abandona-el-mercado-argentino
[4]http://www.uade.edu.ar/
[5]http://www.afp.com/es/home/
[6]http://www.notimerica.com/sociedad/noticia-eeuu-fotografo-recibira-12-millones-usar-fotos-twitter-20131123080818.html