En La cámara lúcida (1980), Barthes se acerca a la fotografía de otra manera. Se trata de instaurar los términos de referencia fuera de la semiología para entender su particularidad o lo que diferencia a la fotografía de otro tipo de imagen. En este sentido, se brinda la idea de la equivalencia entre el referente y su representación fotográfica.
Para esta representación añade los conceptos de Studium – el interés general planteado por la fotografía – y Punctum – el detalle incisivo y conmovedor para llegar a la conciencia de la fotografía resaltando el “instante” para lograr una mayor impresión en el Spectator y darle un personalismo a la toma. Por ejemplo, cuando se toma una foto de una celebridad, deja de ser una foto más del mismo, por ser la foto del sujeto.
La asociación del “instante” con la idea de Punctum expande la ecuación para incluir el tiempo e, indefectiblemente, establece el vínculo entre la imagen fotográfica y la muerte. La conexión entre la puesta en escena y un evento cultural establecida en la obra también se somete a la defunción. En la unión de estos conceptos, Barthes propone la idea de la fotografía como la aventura en la que el espectador debe decidir embarcarse.
En conclusión, es valioso que Barthes se libere del enfoque semiótico de trabajos anteriores para tratar de entender la fotografía analógica. La cámara lúcida nos muestra el camino del acontecimiento, tanto personalmente como culturalmente, y al mismo tiempo señala las limitaciones de las teorías procedentes de la lingüística al acercarse a la imagen fotográfica.
La muerte impregna gran parte de la obra cuando, en varias ocasiones, se detiene a analizar fotos de su madre fallecida, mientras que al hablar del retrato se “asusta” del Operator, quien capta un “cadáver” de sí mismo. Él no se siente ni sujeto ni objeto, sino un sujeto que se siente devenir objeto (vivo).
La imagen lograda le produce consternación en saber lo que el público hará con ella, muerte en persona (Barthes: 1980, p. 42-43). Curiosamente con su analogías sobre la muerte expresada en ese libro, Barthes perece atropellado por un camión de la lavandería al cruzar la calle, el año en que el libro fue publicado.
