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Soy Virginia Scarpelli: Mi proceso

¡Qué tal! Me presento muy brevemente, nacida en La Plata, Licenciada en Psicología, en la UNLP (Universidad Nacional de La Plata). Actualmente estoy viviendo en la hermosa ciudad de San Carlos de Bariloche.


Desde pequeña me intereso el mundo de las emociones, la conducta, los pensamientos, las relaciones humanas y sobre todo el espíritu, el alma. Es por eso que, al terminar el secundario fui hacia allí (psicología), no sin antes pasar por la facultad de Ciencias Veterinarias, consultar por su plan y, claro que tenía física, química, matemáticas por lo que el descarte fue instantáneo.


De las muchas cosas que me interesan respecto de la psicología, el pensar a la terapia como un proceso es una de ellas. Hace poco culmine un curso de posgrado en donde la docente justamente nos convocaba a pensarnos como proceso, “Yo soy un proceso“, ¡te invito a que te lo digas!


¿A qué alude esto de pensarnos como proceso? Primero, que pensas cuando decís la palabra proceso, ¿Qué idea se te viene? ¿Pasaste por alguno, o por varios? ¿Saliste transformado? Veamos que dice la RAE (Real Academia Española) acotadamente respecto de la palabra proceso del latin Processu.

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Destaco algunos puntos de interés acerca del proceso:

  1. m. Acción de ir hacia delante.
  2. Transcurso del tiempo.
  3. Conjunto de las fases sucesivas de un fenómeno natural o de una operación artificial.


Entonces a mi entender, los procesos nos permiten adentrarnos ya sea en un espacio o en un tiempo (o en ambos) en donde algo del decir (palabras), es decir, del discurso, o del hacer (actividades) es transformado, algo cambia en esa lógica discursiva que hace que cambie la manera de estar en el mundo. A través de la palabra y por medio de un proceso puedo cambiar la manera de estar en el mundo, y con ello ir hacia delante, ¡¿Maravilloso no?!

En dicho proceso pasamos por distintas turbulencias que nos disponen a pensar nuevas formas de actuar, de ser y de estar. Esto lleva su tiempo, no todos nos atrevemos a atravesarlo por completo. Pueden ser o no dolorosos, conlleva energía y con ello desgaste, pero también pueden tener el plus de revitalizarnos.

Actúa también como reguladores emocionales

¿Y por qué? Porque nos ayudan a detenernos allí donde nosotros no queremos girar la mirada. Donde no queremos pensar, donde no queremos sentir, escuchar, o actuar por temor a sufrir, pero de todas maneras ya estamos sufriendo. Nos duele no poder integrar esos aspectos oscuros nuestros (Jung lo llamaría la sombra) que nos mortifican y que además con ellos lastimamos.

Sucede que no nos tomamos el tiempo de detenernos por un minuto; y ¡Observar (preguntándonos)!, ¿Qué me pasa con lo que siento?, ¿Por qué me pasa esto?, ¿Soy autentico conmigo mismo?.

El abrir interrogantes e interrogarnos a nosotros mismos abre las puertas a nuevas dimensiones de la consciencia, es decir, a través de preguntas vamos explorando en nuestro propio interior, descubriéndonos.

Hay que tener valor para atravesar ese túnel y descubrir lo más oscuro de nuestro propio Ser, porque si todos tenemos luz y oscuridad y quien se atreve a mirar hacia la oscuridad y verse en eso que también ES, es de mucho valor y merece ser reconocidx.

Fotografía de Carl Gustav Jung

Como diría Carl Gustav Jung “Nadie se ilumina fantaseando figuras de luz, sino haciendo consciente su propia oscuridad”. Respecto a la ‘Sombra’ , con ella me refiero a todo aquello que arrojamos a la oscuridad por temor a no ‘encajar’ en el mundo, me refiero a todos aquellos miedos y temores que “no deberíamos” de tener, a eso que creemos que nos hace vulnerables, a lo que es “incorrecto”, a todas aquellas emociones que alguna vez nos fueron reprimidas por otros, lo reprimido, lo inconsciente.


Por todo esto y más es que me gusta pensar la Terapia como Proceso, también me parece interesante pensarnos a nosotros mismos como Procesos. La terapia brinda un espacio para la escucha, el acompañamiento, el sostenimiento y el trabajo que cada uno de los participantes (terapueta/paciente) debe desempeñar, cada unx con su responsabilidad.

Cierro lo escrito con un deseo, ¡Te deseo Procesos!, procesos en donde puedas mirarte y reconocerte, en donde puedas rearmar ese rompecabezas desordenado, en donde puedas amablemente hablarte y escucharte sin juicios ni críticas, deseo que finalmente todxs aprendamos a amarnos en nuestra luz y en nuestra oscuridad.

La escucha activa, ¿en qué consiste?

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