Resuena en lo social que las infancias y adolescencias están en problemas. No se trata de observaciones con relación a la moral sexual de la época como sucedía en otros tiempos, sino de una queja que parte del sistema educativo, donde niños y niñas desde unos años a esta parte, presentan una variedad de dificultades en el proceso de escolarización, multiplicándose a granel las derivaciones a distintos profesionales en los sectores sociales con mayor accesibilidad a la salud, mientras que en los sectores más humildes los docentes se encuentran tan abandonados por el Sistema Educativo como los niños.

Malestares infantiles y adolescentes

            Pocas veces en la historia de la humanidad se ha podido vislumbrar el cómo la infraestructura económico-productiva incide directamente en la producción de subjetividades y el malestar cultural. Posiblemente por los cambios veloces producidos en los últimos años, somos testigos de un proceso que crea las nuevas servidumbres humanas donde el nuevo demiurgo, ante la imposibilidad de que la máquina se humanice, maquiniza a los sujetos como terminales en función de los nuevos procesos productivos. La pregunta es ¿qué sucede con las infancias y adolescencias conectadas tempranamente a “la matrix”?

En su libro “Generación post-alfa. Patologías e imaginarios en el semiocapitalismo”  Bifo Berardi  señala cómo la esfera tecno-comunicativa ha producido cambios en el ámbito familiar, social y político, que si bien inciden en toda la población “conectada”, se hacen sentir en sus consecuencias especialmente en quienes denomina “generación post-alfabética”, que son aquellos personas que han nacido y crecido en el período de la generalización de las aplicaciones de internet y la posibilidad de conexión continua a la red, cuya contrapartida es la desconexión con el  propio cuerpo y el de los otros.

Ante la demanda de amor y atención del niño, quienes lo cuidan le ofrecen el celular, generalmente acompañado por un “no molestes” porque también están “conectados”. Como si fuera un pase de magia observamos cómo comienza a erotizarse la red y deserotizarse la vida, quedando el aparato como lugar de afirmación del narcisismo prescindiendo de lo real del cuerpo del otro y lo que provoca su encuentro, sea frustración o amor. En la conexión con el aparato se pierde progresivamente la capacidad de sintonizar con el otro tanto en lo semejante como en su alteridad. Se dificulta aceptar al cuerpo del otro no como imagen-objeto sino alteridad y sujeto con sus propios deseos, multiplicándose la conflictividad social, rompiendo la posibilidad de una buena convivencia…cada uno, más solo, con su aparato, en tensión con los otros.

No es en el otro donde recibe su formato la relación humana, sino en la red donde el placer inmediato modifica la percepción del tiempo que se vuelve fragmentario y recombinante, generando efectos en el desarrollo de la afectividad que necesita básicamente tiempo… pero en el smart no hay tiempo, todo es prisa. La sensibilidad se formatea desconectando el lenguaje de la emoción… no hay tiempo para hablar, solo para el pulsar de las emociones.

El pasaje de una temporalidad que se constituye en función de la espera a una que se construye en esa búsqueda de placer inmediato se encuentra obstaculizado. No existe una equilibración entre el pensamiento simultáneo (todo al mismo tiempo junto al placer/displacer) y el pensamiento secuencial donde son necesarias una serie de operaciones enmarcadas en una temporalidad lejana a lo inmediato.  Las generaciones alfabéticas se constituían a partir de este pasaje de lo simultáneo a lo secuencial, mientras que las  post-alfabéticas lo hacen en la simultaneidad de la experiencia, con magro desarrollo de las estructuras lógicos que se dirigen primero hacia el pensamiento analógico, luego al pensamiento causalista cuya configuración final denominamos secuencialidad .

El pensamiento secuencial es necesario para la elaboración crítica que permite afirmar aquello que es verdadero como distinto de lo que es falso, permitiendo programar acciones a mediano/largo plazo infiriendo sus posibles consecuencias. El pensamiento en la simultaneidad (pos-alfabético) deriva en  mitológico prescindiendo de la verdad o falsedad sin posibilidad de programar acciones a mediano/largo plazo y sus consecuencias. El continuo uso  de las aplicaciones y videos de la red pone en la centralidad las imágenes que se desplazan conectivamente de una a otra sin pausa, favoreciendo el desarrollo del pensamiento mítico sobre el crítico, en tanto en la red se instituye como un ambiente virtual fragmentario y recombinante.

Si el pensamiento secuencial y crítico permite elaborar significación, la inmersión en la sobreproducción continua de signos y contenidos irrelevantes que saturan lo individual y lo colectivo no permite crear sentido en tanto para que algo de esto ocurra  el sujeto necesita correrse del lugar del voyeur para convertirse en verdadero actor, siendo necesaria la presencia del otro que a esta altura le resulta poco tolerable. Un observable de los niños cada vez más conectados es la posición de capricho en relación con los otros en tanto no se ajustan a lo que les solicita,  los otros no funcionan como el juego del celular. Otro observable es la afectación directa del desarrollo de las secuencias necesarias para estudiar, presente en todos los niveles educativos en tanto la atención necesaria para la lectura no puede ser sostenida.

Infancias y Adolescencias

Jugar para la construcción de mejores mundos posibles

            En el apartado anterior decía que la subjetividad de cada época se encuentra determinada por la infraestructura económico-productiva a lo que hay que agregar que se define como “síntoma social” al disfuncionamiento que opera en una comunidad determinada, una cultura, sin importar cuál sea.

            El juego no encuentra por fuera de la manifestaciones culturales y por ende, de la preparación del niño para participar activamente como miembro de la sociedad. En un artículo anterior titulado “Jugar a ser o la orientación del deseo” señalaba que “los niños nos daremos cuenta que generalmente juegan a Ser, más allá del simple placer corporal. Es desde el lugar de la identificación con Otro –real o fantaseado- que se construye el deseo de Ser del cual se desprende el deseo de aprender; por eso importa a qué se juega” cuestión observable en distintas culturas donde el juego -entre otras cosas- ofrece identificaciones para ser y construir sentido. Si releemos ese texto y agregamos lo que hoy comparto con Uds. podemos observar que la cultura tecno comunicativa afecta no solo el lazo social sino la construcción de algún tipo de sentido en la comunidad. Se trata de señalar como la estructura de juego autista (el niño y el aparato, la ausencia de lo real de los cuerpos) opera dificultando la posibilidad de establecimiento de las estructuras básicas para el aprendizaje afectando la forma de construcción relación con otros que tiene como condición necesaria para evitar la tensión agresiva el poder salirse del narcisismo e ir al encuentro de la alteridad.

            Si el síntoma social de las infancias y adolescencias se encuentra determinado por la infraestructura económico-productiva y de exclusión, conviene echar mano a la Tesis de Lacan que define que “solo hay un síntoma social, cada individuo es realmente un proletario, es decir, no tiene ningún discurso con que hacer lazo social, dicho de otra manera, semblante”. ¿qué extraemos de la definición? (1) la figura del proletario aparece para señalar no solo al explotado sino quien también es despojado de su función de saber, por lo que el síntoma social produce ignorancia sobre los determinantes sociales (2) Como el proletario entra y circula en el mundo como mercancía, la proletarización de los distintos aspectos de la vida lo deja sin recursos para el lazo social (3) La circulación del proletario como mercancía, como individuo, lo aleja de toda posibilidad de pregunta sobre el ser y el sentido en tanto que sólo puede preguntarse quien está dividido entre el saber y el goce… en el individuo coinciden (4) En función de los puntos anteriores el sujeto se inscribe sólo en el lazo productivo y si lo corta al no disponer de herramientas para el lazo social (semblantes), queda reducido a deshecho; algo así define el Papa Francisco cuando habla de la “cultura del descarte”.

            Los juegos no-virtuales y de “cuerpo presente”, siempre han ofrecido posibilidades de Ser (semblantes) constituyéndose como lugares de vida (construcción de sentidos). Como construcciones culturales de siglos de humanidad, cada uno de ellos ha sido parte de la conformación de una batería educativa que produce cambios en las estructuras con las cuales se conoce al mundo. Se comienza por lo simultáneo, se sigue por lo contiguo (al lado), se sintetiza y se utilizan analogías, se accede al pensamiento causal. Si nos tomáramos el trabajo casi imposible de teorizar cada uno de los juegos presentes en el entramado  cultural veríamos que jugar es algo serio: Se utilizan muñecos y muñecas como dobles del sujeto, la “payana” introduce al conteo, los juegos reglados construyen las relaciones de convivencia con los otros; cada uno de ellos en su articulación ofrecen la transición del pensamiento simultáneo hacia el pensamiento secuencial y crítico.

            Construir “lugares de vida” para infancias y adolescencias implica operar hacia la desconexión del niño y el aparato para introducirlo en el mundo de lo juegos reales con otros reales, permitiendo que los niños se constituyan subjetivamente atravesando las distintas estructuras que van de lo simultáneo a lo crítico, encontrándose con los otros, accediendo a las necesarias preguntas sobre el saber y el ser, impidiendo que sean parte del ”descarte” lo que les permite decidir construir en el aquí y ahora un mejor mundo posible para ellos, con la la extensión en el ambito social de la construcción de mejores mundos posibles para todos… a fin de cuentas, de eso se trata.

By Horacio Wild

Lic. en Psicología. Especialista Jerarquizado en Psicología Clínica con Orientación en Psicoanálisis.

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