La idea de que la pasta engorda tiene sus raíces en la creencia de que como la pasta se hace con harina, se piensa que no es otra cosa que almidón. Por tanto, se considera que esta aporta grandes cantidades de energía, generando sobrepeso u obesidad. La realidad es que también en la harina hay proteínas como las que conforman el gluten, fibra alimentaria, vitaminas y minerales (principalmente estos dos últimos en las integrales debido a que se encuentran en más cantidad estos nutrientes en las capas externas de los granos de trigo).
Este mito es falso no solo por la composición de la harina sino también por el siguiente motivo: para que un plato de pasta provoque un aumento de peso tendría que ser consumido en grandes cantidades, durante varias comidas y varias veces en la semana. De esta forma, el causante de sobrepeso u obesidad no es la pasta sino las cantidades poco adecuadas que se consumen.
El punto de cocción “al dente” de las pastas también genera beneficios a la salud ya que generan menor índice glucémico (especialmente si son integrales), evitando aumentos bruscos de la glucosa en sangre de las personas con diabetes. También generan mayor sensación de saciedad. Por tanto, es conveniente para aquellos que no coman la pasta al dente, darles una oportunidad.
La cocción “al dente” implica cocinar en las capas exteriores de la pasta y dejando “semi cocido” el centro. El almidón de la pasta en estas condiciones no es fácilmente digerible por el organismo y por tanto, actúa inclusive hasta en parte como fibra alimentaria que naturalmente no es digerible por nuestro cuerpo.
La pasta por lo dicho anteriormente entonces es un alimento muy importante en nuestra alimentación y debe de ser ingerido con el fin de propiciarnos energía y nutrientes para hacer frente a todas las funciones del organismo. La cantidad de hidratos de carbono colabora con el buen funcionamiento de órganos importantes como es el cerebro, al mismo tiempo que aporta vitaminas necesarias para el correcto funcionamiento del corazón y los músculos del cuerpo.
Cabe resaltar que es un alimento que no posee grasas y colesterol a menos que se opte por consumir pastas al huevo o pastas con huevo.
Es necesario incluir esta clase de alimento en la dieta manteniendo un consumo moderado de sus porciones y acompañándolas con otros alimentos que la enriquezcan con más nutrientes como verduras, y que no se le agreguen en grandes cantidades nutrientes que contribuyan a aumentar excesivamente su valor calórico como crema, manteca o tucos con excesivo aceite o donde se usen carnes rojas, etc.
Puede utilizarse para realizar variedad de preparaciones frías o calientes. Asimismo se las puede utilizar como entradas, platos principales o guarniciones.
Las pastas en conjunto con las legumbres, conforman la base de nuestra alimentación y recapitulando aportan los siguientes nutrientes:
Energía: necesaria para realizar nuestras actividades diarias.
Vitaminas del complejo B: vitaminas que colaboran en la obtención de energía y participan en la formación de glóbulos rojos.
Fibra alimentaria: nutriente que es importante en la alimentación ya que
colabora en el mantenimiento de la salud del aparato digestivo, así como también contribuye con una lenta absorción de los hidratos de carbono.
Hidratos de carbono complejos: estos tienen una absorción más lenta a diferencia de los hidratos de carbono simples, que se encuentran en
el azúcar y los dulces.
Minerales: se destaca el contenido de fósforo, que colabora en la formación de huesos y dientes. También el contenido de potasio se destaca que mineral que colabora en diferentes funciones como formación de proteínas, control de la actividad del corazón, entre otras.