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            En el artículo anterior decíamos que el juego es algo serio deslizando que no es tan libre como muchos suponen. La actividad lúdica hace su aparición junto a la lengua materna, como muestra el conocido “juego del carretel”[1] que Freud describe al observar a su nieto: el niño (de unos 18 meses) tenía un carretel de madera con un hilo, lo lanzaba fuera de la vista y exclamaba o-o-o-o-o-o, luego tiraba del hilo y cuando aparecía decía “da” (acá está) repitiendo la secuencia una y otra vez. Freud señala que el juego se produce ante la ausencia de la madre, montándose una escena que convierte la vivencia penosa en un efecto placentero.

         Anudar la ausencia, la lengua materna y el juego no es una cuestión menor; nos mete de lleno en el terreno de la causa. Jacques Lacan[2] observa que Chomsky, Piaget y Vigotsky, cada uno a su manera, tienen razón, pero no logran ponerse de acuerdo porque erran al momento de pensar la causa en tanto ella misma se constituye como una pérdida. En “El creador literario y el fantaseo” Freud ubicará al juego como antecedente de la creación poética afirmando “todo niño que juega se comporta como un poeta, pues se crea un mundo propio, o mejor dicho, inserta las cosas de su mundo en un orden que le agrada (…) toma muy en serio su juego, emplea en él grandes montos de afecto”

        En el documental “a cielo abierto”, uno de los profesionales intervinientes expresa de forma maravillosa la relación del lenguaje y el cuerpo (minuto 36): “imagina que el cuerpo es la tierra golpeada por un enorme meteorito y éste es el idioma. Hay gente para lo cual el lenguaje es natural. Esto es un hecho. Hay una simbiosis, más o menos, ésta es la neurosis. Y luego hay otros para quienes no funciona. En este encuentro, en este shock, el encuentro del cuerpo y el habla, cuando llegue este momento, para el neurótico, por así decirlo, hay algo que desaparece, llamamos a eso ‘objeto a’”.

“Ocurre una pérdida. Esta pequeña pieza, el objeto a, es lo que Lacan llama objeto de deseo. Entonces el neurótico siempre está buscando este objeto, y este objeto está en el otro, notablemente en el mundo. Siempre falta algo (…) El psicótico, sin embargo, no ha perdido el objeto. Lacan dice ´lo tiene en el bolsillo´. Y eso tiene un efecto. El efecto es que el mundo entero gira en torno al tema (…) no es lo que el sujeto busca en el otro, sino todo lo contrario. El mundo entero quiere algo de él(…)”. A lo que agregamos que en el autismo, ese meteorito que es el lenguaje rebota contra la tierra (el cuerpo) por lo que existe un rechazo inicial del lenguaje con la complejidad que esto implica.

Documental “A cielo abierto”. Para verlo subtitulado en castellano, pulsar “configuración” “subtitulos” y luego “traducir automáticamente”

            “Enfans” -o su traducción como infancia- significa etimológicamente “el que no habla” por lo que el pasaje de la infancia a la adultez se encuentra en relación directa al lenguaje, proceso mediante el cual el sujeto a partir de la lengua materna incorpora la estructura del lenguaje. Por lo señalado en el párrafo anterior, podemos diferenciar tres estrategias distintas, ello implica abordajes diferenciales con relación al lenguaje y al juego.

Los tiempos del juego

            Una pregunta que merece la pena realizar es si existe el “juego desestructurado”. La palabra “juego” en sí misma implica una estructura que, aunque mínima, es condición necesaria para poder decir que nos encontramos en el espacio lúdico y no ante el devenir de distintos acontecimientos, esto nos permitirá localizar tres cuestiones:

            (1) cómo un acontecimiento/contingencia se convierte en juego

            (2) Qué es lo que se pone en juego en el terreno lúdico

           (3) Cuándo se produce un fenómeno de “fuera de juego” que implica una ruptura con la estructura del lenguaje, que deriva generalmente – en el caso de niños con diagnósticos de autismo y TGD – en un fenómeno corporal (arrojar los juguetes, aletear, golpear, correr, etc)

            Desde la forma de abordaje que compartimos, es importante tanto para el clínico como para quienes se encuentran a cargo de talleres en Centros de Día u Organizaciones No Gubernamentales, localizar los distintos momentos en tanto la posición que ocupen en cada uno de ellos puede favorecer u obstaculizar procesos. Avancemos un poco más.

El taller de pileta y el bebé tiburón

juego TEA TGD

            Existen distintos contextos para pensar sobre este tema, uno es el abordaje clínico individual donde el analista cuenta con los saberes para poner en marcha la posibilidad de juego y simbolización, otro es la participación del niño en talleres propuestos por una institución u organización, teniendo como condición necesaria que el diseño de las actividades no se articule en “para todos lo mismo” sino que permita el trabajo con lo singular dejando la puerta abierta para que algo del juego (y del lenguaje como estructura lo que implica no confundirlo con el lenguaje hablado) se produzca. Es común que en los talleres diseñados con el formato nombrado, existan distintos objetos con los cuales los niños puedan establecer alguna relación y con ella facilitar la posibilidad de que se instale algo del orden lúdico, compartiremos una secuencia donde podremos observar los distintos momentos de un niño estableciendo juego con un muñeco.

          Viviane Durand en el libro “Embrollos del cuerpo”[1] relata cómo para Bruno (un niño de 9 años con diagnóstico de TGD) el espacio de taller de pileta pasa tener gran importancia en su tratamiento. En ella un niño le pide a Bruno que haga de “Tiburón”, el accede y actúa como tiburón que se come un bebe (muñeco). Posteriormente otro niño le acerca el muñeco a Viviane para que lo cuide, ella lo toma en brazos y lo acuna; Bruno observa la escena y se recuesta cerca de ella gimiendo: de ser el tiburón que come al bebé, pasa a ser el “bebé tiburón” que perdió a su papá: “perdí a mi papá, estoy muy solo, busco a mi papá pero si lo encuentro me va a comer, porque no soy lindo”. Durante semanas se instala el juego como rito donde se produce un enlace con la singularidad de Bruno, lo que a su vez se manifiesta en la pacificación con relación a sus conductas de exceso.

        Como podemos observar, cuando hablamos de lo lúdico lo hacemos respecto de aquello que es capaz de convertir el acontecimiento/lo contingente en estructura; en una secuencia repetitiva, con determinadas reglas, que pueden ser anticipadas, lo que nos permite ocupar un lugar e intervenir de la manera que conviene a su desarrollo. En el caso de Bruno el guion es que Viviane cuide al Bebé Tiburón mientras busca a su papá ¿Cuándo se produce el pasaje a otro momento? Cuando en la estructura del juego aparece una nueva contingencia, lo que implicará dos posibilidades (1) un cambio en el juego a partir de una invención que realiza el niño (2) un fenómeno de “fuera de juego” ante el encuentro con lo imposible de simbolizar. Veamos las dos posibilidades.

            El siguiente viraje en el juego se produce con posterioridad al trabajo clínico individual, lo que lleva a una invención de Bruno cambiando el argumento al transformar al muñeco en el Bebé Tiburón, él en ambulancia y Viviane en la guardería que cuida el Bebé que Bruno ha salvado. Como dato que no es menor, Bruno en sus primeros años de vida sufrió un ahogo con agua donde casi pierde la vida, siendo rescatado por una serie de maniobras kinésicas imposibles de ser simbolizadas quedando su cuerpo a merced de un Otro que finalmente lo salva. Aquello vivido de forma pasiva, por medio del juego se convierte en activa, siendo el “salvador de Bebés” que hace masajes a los muñecos ahogados llevándoselos a Viviane para que los cuide.

            Si Viviane rechaza el papel de guardería, Bruno no puede sostener su rol de “salvador de Bebés” apareciendo un “fuera de juego”. Como ejemplo está la siguiente escena en la que Viviane no aceptó este lugar: otro niño juega a ser tiburón y comer el Bebé, lo que produce gran angustia y terror en Bruno; atraviesa la piscina gritando, aprieta el muñeco, aúlla. Esta conducta llevó a la detención del taller. Posteriormente dirá “Tenía miedo, creía era de verdad”. La condición de este tiempo del niño es que, para poder sostener el juego y sostenerse como “salvador de Bebes”, es necesario que Viviane ocupe el lugar de la guardería.

Algunas consideraciones para abordajes institucionales

            Al comienzo del texto hacíamos referencia a tres estrategias distintas del infante con relación al lenguaje. En la primera de ellas se produce una simbiosis entre el habla y el cuerpo, permitiendo transitar sin grandes dificultades el pasaje de la lengua materna al lenguaje como estructura y por extensión, la posibilidad de participar sin grandes inconvenientes en juegos sociales con distintas reglas y argumentos del juego, en tanto puede “resonar” con los pares y a su vez poner en marcha algo de la propia singularidad dentro de lo que podríamos llamar el guion del juego.

            La segunda estrategia es de otra complejidad, en tanto la relación con el objeto se produce de otra manera. Si en la estrategia anterior el sujeto se vuelca al mundo en búsqueda de los objetos (deseo) en la segunda es el mundo quien busca algo del sujeto, encontrándonos como efecto (1) dificultad para “resonar” con otros en el juego (y en distintas actividades) (2) De acuerdo a la dificultad y necesidad del niño, la necesidad de que el juego favorezca la posibilidad de establecer algún tipo de invención que permita la regulación y pacificación. Se debe ser muy cuidadoso al interpretar las actitudes del niño como “mala conducta” ya que merecen ser analizadas debidamente –fenómenos “fuera de juego”-, lo que exige ser prudentes con la posición que ocupa quien esta a cargo del taller en tanto, es posible que ocupando una posición de autoridad firme logre que el niño se calme -aunque a veces eso no ocurre –, pero el precio que paga el infante es caro ya que implica el arrasamiento subjetivo que lo deja en posición de objeto.

            La tercera estrategia es más compleja, ya que el rechazo a la estructura del lenguaje -lo que algunas veces deriva en mutismo- se repite con la estructura del juego donde a la dificultad de “resonar” con otros se suma la dificultad del juego en sí.  En caso de que esto ocurra, de ser posible, se partirá de la posibilidad de construcción de espacios mediales (entre el niño y el tallerista) y la utilización de objetos de su interés, siendo muchas veces una buena posibilidad de producción de movimientos subjetivos.

            Espero que la nota haya sido de utilidad a quienes desde distintos lugares trabajan con las llamadas “discapacidades” y niños en situaciones de alto riesgo. Si bien es un tema complejo, la idea de transmitir algo de la práctica en instituciones y organizaciones no es instalar certezas, sino permitirnos preguntarnos sobre los abordajes que realizamos para generar nuevas preguntas. Invito a los lectores a dejar algún comentario sobre el texto o formular alguna inquietud (orientada a los abordajes institucionales desde la perspectiva planteada). Si esto ocurriese, de ser posible, en un próximo artículo tomaría alguna de ellas como punto de partida.



[1] Sigmund Freud “Más allá del principio del placer”

[2] Jacques Lacan “Seminario 12. Problemas cruciales” (inédito)

1] Jacques Alain Miller y otros. “Embrollos del cuerpo”. Ed Paidós.

By Horacio Wild

Lic. en Psicología. Especialista Jerarquizado en Psicología Clínica con Orientación en Psicoanálisis.

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