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Rafael Martín nació en Bahía Blanca el 8 de octubre de 1935, falleció el 23 de setiembre de 2018. Si bien se lo conocía como escultor le gustaba definirse como “trabajador del arte”. Vacío, materia, forma y su anudamiento. Allí se juega la partida del escultor
Heidegger decía que “el vacío no es la nada. Tampoco carencia alguna. En la encarnación escultórica el vacío interviene al modo de una fundación de lugares, una fundación que esquematiza y busca”. La escultura es la encarnación de lugares.
Materia y forma se co-pertenecen. El psicoanalista Jorge Alemán dice “la forma corresponde a lo que puede ser, al final de obra pensado, fantaseado por el artista; la materia por un lado pone el obstáculo al dejar hacer imponiendo qué es lo que es posible hacer. Forma y materia se co-pertencen en una lucha permanente, pues en cada una se hace presente lo que falta a la otra, y a la vez lo que le falta para ser… en la obra cumplida, lograda”
Henry Moore explica que “el primer agujero cavado en un bloque de piedra es una revelación. El agujero liga una parte con la otra, poniendo en juego el carácter tridimensional del conjunto. Un agujero puede tener una significación formal tan importante como la masa sólida. Cuando comprendí el papel del espacio en la escultura, consideré el agujero como una forma que tenía su propia existencia e expensas del cuerpo sólido, devorándolo casi, a punto tal que, éste no es más que la cáscara de un agujero”
Cotidianamente comprobamos el anudamiento de vacío, materia y forma. En él se configuran cuerpos que ocupan un lugar tridimensional. Poder recortar y señalar los cuerpos – o su ausencia – delimitando o circunscribiendo el espacio que habitamos se convierte en significante, simbólico. Lo mismo sucede con las distintas formas de la falta constituyente y el vacío, sea por medio del arte o del síntoma.
El escultor utiliza distintas formas de exaltar, ocultar, señalar e ignorar el vacío; en ello encontramos que “no hay cuerpo que proceda solamente de la lucha entre forma y materia”. Que hay un vacío esencial y que la forma no es otra cosa que el límite simbólico – imaginario entre los contendientes en pugna, materia y forma[1]
Hace unos años compartí en la Casa de la Cultura de la UNS una mesa sobre Arte y Psicoanálisis con Rafael Martín, genial artista plástico bahiense que falleciera en setiembre de 2018. Conversando sobre su arte y en especial sobre su colección de obras denominada “cajas”, Rafael nos permitía anudar su saber – hacer con las enseñanzas de Jacques Lacan en la afirmación de que el arte funciona como organización de un vacío, de Das Ding (la Cosa). En su caso nos mostraba cómo el artista a partir de su saber – hacer parte de una organización significante, buscando hacer emerger en “la caja” aquello que “se sustrae apareciendo y aparece sustrayéndose”[2], producto del acto creador.
Es en ese lugar donde encontramos al artista, en el acto creador y no – en el de por sí difícil – manejo de la técnica. Rafael Martín decía que el arte no se enseña en ninguna academia, que eso nunca ha sucedido; solo son posibles técnicas y procedimientos que sostienen las obras, algo que se veía fácilmente en su taller en el trabajo con sus alumnos.
Es en la repetición creadora de la técnica donde se abre el espacio posible para la invención, dependiendo del sujeto y sus posibilidades para hacer emerger aquello que le es éxtimo, a la vez exterior e interior. Una obra artística puede ser bella, pero es en el relato del artista donde podemos encontrar las “piezas sueltas” con las que fue construida.
Esas “piezas sueltas” motorizan el deseo de la obra y también los distintos tratamientos que el artista decide darle a lo íntimo – exterior, en la creación del objeto artístico. Rafael decía quelas técnicas muchas veces se agotan y el artista realiza cambios en el tratamiento del objeto artístico; en su obra podían localizarse etapas plásticas, visuales, socio-anímicas… una va dando lugar a otra nueva para sostener el acto creador y no caer en la pura repetición, de allí que se le hacía necesario establecer un corte y dar una nueva vuelta.
De la misma manera que cuando una persona habla cuando tiene algo para decir, el artista dice por medio de su obra. Rafael con los años fue circunscribiendo su “pieza suelta” cuya emergencia situaba en la época de estudiante universitario, cuando recién llegado a New York se acerca a observar un tumulto de personas y de un momento a otro se encuentra como observador de un crimen que se había cometido. “me consideré un testigo de algo, de algo fuerte, de algo que me shockeó. Y ese testigo comienza a aparecer en otras series (de obras)”
Poco a poco comienza a emerger en su obra, primero a partir de indicios y luego directamente, distintos “testigos”. Durante la guerra de Malvinas realizó 45 relieves titulando la serie “testigos de todos los males”, unos años después presentará la colección “los testigos del fondo del mar”, de una u otra manera, desde pequeños indicios a caras que observan, encontraremos los “testigos”. Rafael nos dirá “al fin y al cabo, es lo único que soy, un testigo”.
Más datos de Rafael Martín
Rafael Martín nació en Bahía Blanca el 8 de octubre de 1935, falleció el 23 de setiembre de 2018. Si bien se lo conocía como escultor le gustaba definirse como “trabajador del arte”. Se consideraba autodidacta a pesar de haber pasado por bellas artes en la Universidad de Pensylvania en los 60’ y haber sido profesor invitado en Boston y Michigan. Fue becado por la O.E.A. Obtuvo el Gran Premio de Honor del Salón de Arte Cerámico, en Francia trabajó como director de obra de las ediciones en bronce de la obra de Collection du Sphinx, trabajos inéditos de Max Ernst realizados en Francia país donde obtiene el Diplome d´Honneur (Vallauris). En Suiza y Francia participó en exhibiciones conjuntas con artistas como Miró, Bacon, Calder, Wilfredo Lam, Tamayo, Ernst, Matta, Picasso, Chillida, Tapies (1971-91). Expuso sus obras en Argentina, Francia, Suiza, Italia y otros países. Dejando de participar en concursos en 1986 para dar lugar a sus alumnos.
[1] Jorge Alemán “Arte y pensamiento”
[2] Jorge Alemán – Sergio Larriera “Existencia y sujeto”
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